Poemas y otras fantasías.

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miércoles, 15 de abril de 2009

Heroes.




En la antigua mitología griega, un héroe era un semidios, descendiente de una deidad y de un o una mortal. Con el tiempo y la ayuda de la literatura, el héroe fue acumulando cualidades, hazañas, capacidades y rasgos personales que le fueron alejando del endiosamiento originario. Cualquiera podía convertirse en un héroe, en contraposición con la figura del villano, el bandido, el desheredado de la sociedad. Ser uno de ellos fue la meta de muchos en su niñez, algunos lo consiguieron; otros quedaron en camino…Los menos, se perdieron en el intento.
Nos han regalado héroes desde la cuna como Ulises, Carlomagno, Cristóbal Colón, Aquiles, Mandela, hasta el mismo Nadal…y, también, héroes de papel o simple dibujo animado como el capitán Trueno, Superman, Songoku o Mafalda. Cada uno hemos tenido uno de ellos en la cabecera de la cama. Hombres, mujeres, seres con poderes extraordinarios, de fe, aventureros, con moto, con alas; y un largo etc. Evidentemente, para cualquier niño, el héroe más cercano está en su casa; sólo que en ocasiones se torna verdugo. Son esos padres y madres que se veneran, se admiran, se convierten en el primer amor…Y, otras, son el peor castigo que se podría recibir.
Tarde años en ver a mi madre como una heroína en mi vida. Durante años, pensé que para ella sólo era algo así como una sirvienta de tareas, una aprendiza de Cenicienta, con hermanastros incluidos; porque dicho sea, en algún momento me planteé (como muchos) que era adoptada. Yo no me parecía en nada a aquellos que me rodeaban, ¿de dónde habrían salido? Con el tiempo aceptas que, en esa etapa adolescente, todos son extraños para ti…y tu madre, más.
Con mi padre, la distancia fue la pauta hasta el fin de sus días. Unos breves amagos de acercamiento, que se disiparon en sus últimos días; porque acabo sin reconocerme. Nunca entendí cómo llegamos a ese extremo, no recuerdo sus abrazos, ni si jugó conmigo; excepto algún hecho concreto que me contaron. Tuvimos un eterno trato diplomático paterno filial.
Actualmente, no tengo héroes en la cabecera de mi cama, se cayeron del pedestal donde una vez los subí. Los imaginarios, los de dibujos, los reales, los de tacto y piel…Todos se vinieron abajo, excepto ella. Aprendí a entenderla y a saber que, cada cosa que hizo en vida, fue pensando en los demás; dejando de lado su propia felicidad. Y muchas veces pienso que no quiero ser como ella, estar a “la altura de sus talones” (como decía mi padre); porque esa era la meta de la educación de muchas mujeres hace años, ser como las madres: recatadas, sumisas, hacendosas; en definitiva, “una mujer de su casa”.
Hoy no quiero recato, ni sumisión, ni ser reina en la cocina, ni una pasiva esposa. Me basta con ser, sentir, querer, aceptar, vivir y elegir como me dicte el corazón, la razón…y, por supuesto, la locura.

1 comentario:

Manu dijo...

Siempre he pensado que los héroes no dejan de serlo porque no se enfrentasen con demonios o villanos. A ellos los hacen héroes el enfrentarse con honestidad y valentía a cualquier adversidad.

Y nunca he dudado que ella, ellas y ellos lo hicieron. Y sin recelos, hoy, los llamamos villanos.

No fueron ellos, sino más bien nosotros los que algun dia despertaremos y no encontraremos el antifaz.