Cierro los ojos para calzarme las zapatillas.
Palpando la cinta, la anudo al tobillo.
Alzo los brazos, flexiono las rodillas, y giro…
“Un, dos, tres… Jeté, jeté”.
Abro los ojos para mirar,
la vuelta me para frente a la ventana.
No se ve el mar…
La música empieza a sonar.
Inspiro con calma, levanto los brazos
y vuelvo a girar.
Ágiles movimientos, deslizo los pies.
“Cuatro, cinco, seis… Plié, plié”.
Miro al espejo, nadie me ve.
Cierro los ojos, empiezo otra vez.
Giro y giro, sin parar de bailar
con la vida, con las palabras.
Estoy cansada de caminar.
Soy la danzarina que nunca fue.
Abro lo ojos, no veo el mar.
“Un, dos, tres,… Arabesque, arabesque”.
Palpando la cinta, la anudo al tobillo.
Alzo los brazos, flexiono las rodillas, y giro…
“Un, dos, tres… Jeté, jeté”.
Abro los ojos para mirar,
la vuelta me para frente a la ventana.
No se ve el mar…
La música empieza a sonar.
Inspiro con calma, levanto los brazos
y vuelvo a girar.
Ágiles movimientos, deslizo los pies.
“Cuatro, cinco, seis… Plié, plié”.
Miro al espejo, nadie me ve.
Cierro los ojos, empiezo otra vez.
Giro y giro, sin parar de bailar
con la vida, con las palabras.
Estoy cansada de caminar.
Soy la danzarina que nunca fue.
Abro lo ojos, no veo el mar.
“Un, dos, tres,… Arabesque, arabesque”.
(Para Adrián, porque su obras son también palabras...)
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