Poemas y otras fantasías.

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jueves, 21 de abril de 2011

Tradiciones.




Todavía recuerdo los aromas con los que nos despertábamos el día de Jueves Santo. Por lo general, mi madre ya había hecho la compra. La cocina olía a bacalao, tomates, huevos; y en el puchero ya empezaba a cocerse un buen potaje de ayuno, con aquella riquísimas “pelotas de pan” que luego eran motivo de pelea en la mesa. A todos nos encantaban.
Nos habíamos traído la costumbre culinaria de nuestro amado pueblo Aliaguilla. Toda mi familia desciende de allí. Llegadas estas fechas, repetíamos año tras año los mismos pasos. Mi madre me levantaba temprano el día de Viernes Santo. Mi función era pelas las patatas que ella había puesto a cocer pata hacer “mazamorro”, plato parecido al ajoarriero. Recuerdo que el olor al pescado desalado y los huevos cocidos sobresalían por encima del café con leche del desayuno. Así que una vez terminado, me ponía a pelar las patatas, medio abrasándome los dedos y soplando para aliviar la quemazón. Mi madre, mi abuela y yo. Las tres en la cocina, cada una ocupándose de un ingrediente para una elaboración tan pesada. Me encantaba meter el dedo para ir probando aquel puré de patatas, ajos, bacalao y huevos. Solíamos hacerlo en un lebrillo, era más cómodo; dándole vueltas y vueltas con el mazo. Además, era la única comida que teníamos hasta el domingo, a modo de ayuno.
Mientras nos turnábamos en aquella tarea, mi madre preparaba los buñuelos de perol para el postre. Unas veces con azúcar, otras con miel. Y para cenar, el bacalao restante con tomate. Eran días de charlas, de convivencia, muy familiares. Nada de música, de bailes, hasta el Domingo de Pascua. Aunque no nos hacía falta. El ajetreo de las preparaciones, las historias y las antiguas costumbres nos mantenían ocupados. Mi abuela nos contaba cada paso de la Semana Santa, a modo de cuento. Jugábamos a cartas, hacíamos palomitas de maíz, y veíamos películas de toda la vida (eso cuando tuvimos la televisión)… La túnica sagrada, Ben-Hur, Barrabás, Los diez mandamientos, etc.
Nada queda de todo aquello. Únicamente “el mazamorro”, que se sigue preparando en casa de mi hermano Julio; a donde voy cada Viernes Santo a por una ración, para no olvidar… No ya la religión, ni la parafernalia en la que se desenvuelve la hipocresía de muchos en estas fechas; sino para volver a sentir que tenía una familia unida y acogedora. Unos días en los que compartíamos, mesa, comida, risas y algo de fe. Ahora soy una escéptica de la vida y de la gente, que duda de la lealtad y la franqueza de las personas, de sus palabras, de sus actos. Alguien que se ha comprado un escudo y una espada, más duros de los que usaba cuando era niña para pelear con mi hermano Fran: una tapa de caja de zapatos atada con una cuerda y una espada de madera con dos clavos, que yo misma me hacía.

sábado, 16 de abril de 2011

Dos puertas.

La gente es irrazonable, ilógica y egocéntrica.


De todas maneras, me gusta.


Si haces el bien, la gente te acusará de motivos ocultos interesados.


De todas maneras, haz el bien.


Si eres afortunado, ganarás falsos amigos y verdaderos enemigos.


De todas maneras, prospera.


El bien que hagas hoy será olvidado mañana.


De todas maneras, haz el bien.


Honestidad y franqueza te hacen vulnerable.


De todas maneras, se honesto y franco.


Lo que hayas construido durante años, puede que sea destruido en una noche.


De todas maneras, construye.


La gente necesita ayuda de verdad, pero te pueden atacar si los ayudas.


De todas maneras, ayúdalos.


Ofrece al mundo lo mejor que tienes y no te lo reconocerán.


Ofrece al mundo lo mejor que tienes, DE TODAS MANERAS.



Dedicado a una persona que me hizo sentir una princesa por unos días. Alguien que pensó que podíamos seguir siendo amigos, pero por distintos caminos. Alguien que hizo una llamada, y que respondí en cuanto pude… Pero ya no me conocía. Había olvidado mi voz, mi mensaje, mi mail.


El mundo tiene razones que no entiendo, pero no importa. Me he sentido como una niña ante dos puertas, llena de dudas, de incertidumbre, desconcertada. Y me ha dolido esa actitud. Me he revuelto como leona herida, llena de rabia; porque no quiero que nadie me haga daño, porque no entiendo el comportamiento del ser humano. Mi alma es más primitiva, más animal. Tal vez no tenga más inteligencia, pero mi cuerpo siente por cada poro.


He decidido dar media vuelta y alejarme de esas puertas. Por una de ellas fui a un lugar precioso, de cuento, con capitán incluido. Me sentí sirena fuera del agua. La otra es la que me ha dado en las narices, sin saber qué ha ocurrido tras ella. ¿Por qué?


Me alejo, si. Tarareando una bella canción, que es como yo…” Daniela, por dentro, está llena de puertas…Unas cerradas, otras abiertas…Daniela es del viento, un árbol, un libro… A veces no sabes si es ella o no es ella. Daniela no entiende de todo…” Y tiene razón.


martes, 5 de abril de 2011

Souvenirs.


Parece una broma del destino, sobre todo porque las fotos están puestas en Facebook desde hace muchos meses y, hasta ahora, apenas las habían comentado. Algunos mensajes personales preguntando cómo fue el viaje, si me gustó, etc. No entiendo por qué, ahora, justo ahora que se aproxima mi cumpleaños; vuelven las preguntas. Me han entristecido, no sé si porque todavía me duele o porque me hace recordar lo feliz que fui. De todas formas, la única evidencia que me queda son estas fotos, que se miran y escuchan en silencio. Porque solo eso quedó. Fue un viaje, mi único viaje en solitario, muy lejos de casa.

En unos días será mi cumpleaños, en un par de meses (eso espero), me habré marchado de la que ha sido mi casa durante 30 años. Vuelvo a mis raíces. Dejo muchas cosas atrás, incluso a mis hijos de alguna manera. Les dejo en libertad y me voy a buscar la mía; porque siento que nos estábamos atando demasiado. Hemos creado un círculo que no nos ayudaba. Espero que esta “distancia” nos haga crecer.

No tengo ni idea de cómo serán los cambios, pero seguro que me van a dar como auténticas flechas lanzadas por “lo que sea que rige mis pasos” (haciendo que me equivoque o acierte). No sé si me sentiré herida o inmortal. Solo sé que sigo sin entender el por qué estás fotos, que tenía un tanto aparcadas en el olvido, han salido del baúl para hacerme sentir así.