Poemas y otras fantasías.

Os invito a visitar el blog de Poemas y otras fantasías. El enlace lo tenéis más abajo. Espero que os guste.

lunes, 30 de junio de 2008

DESPERTAR



Y me acerco como cada mañana,
Con las flores en la mano,
Todavía oliendo a tostada y a café…
Las campanas repicando a maitines para ti.
Te imagino en la cama, acostado,
Con los ojos entornados, retozando;
Esperándome en silencio…
Y sientes cómo me acerco
Y recompongo el sepulcro,
Arropándote, mimándote;
Como si estuvieras a mi lado…otra vez.
Y a tus pies pongo las flores,
Rosas blancas, rosas rojas…
Pienso que me estás mirando,
Me sonríes, te sonrío…
Y una lágrima resbala por mi piel.



http://www.youtube.com/watch?v=-wbR4khDqXA

domingo, 29 de junio de 2008

Y tú...¿cómo te llamas?


Atrás dejábamos la casa forestal en la que habíamos vivido los últimos años, para mí los primeros. El camión iba cargado de muebles, sacos con ropa, cesta de comida, y en sillas, en lo posible sujetas a alguna parte, íbamos sentados. Mi padre iba delante con el conductor, mi madre asomada a la parte de atrás (pobrecita...toda su vida se mareó), uno de mis hermanos iba tumbado en mesa del comedor, y el resto junto con mi abuela sentados en las sillas. Habíamos iniciado un viaje a un nuevo destino...Era el primero para mí, aunque alguno de mis hermanos ya había hecho esto en tres ocasiones más. En algún momento tuve esa sensación de mareo y casi vomité...Mi madre me puso a su lado, pero la visión de la carretera alejándose era vertiginosa, así que opté por volver a sentarme junto a mi abuela. Mi abuelo era sordo, permanecía callado en un rincón de la parte trasera de aquel camión...Nunca fue de muchas palabras, su sordera le alejaba del mundanal ruido (nunca mejor dicho). Cuando llegamos al puerto, el mareo se hizo casi general... Mejor ahorro los detalles.
De pronto, mi padre gritó desde la cabina: "¡Ya estamos llegando...!" Rápidamente nos asomamos todos a la trasera del camión y empezamos a ver una larga recta, llena de enormes árboles a los lados (años después los talarían todos)...La recta del Río, según supe después. Estábamos llegando al pueblo, a nuestro destino, al lugar del que no he vuelto a salir...
Tras subir una empinada cuesta, llegamos a una calle no muy estrecha, llena de casas altas y blancas...Era la calle Santo Tomás...Allí íbamos a vivir, en el número 28. Mientras descargaban el camión, mi madre, en vista de mi palidez, dijo que me quedara sentada en la acera; y así lo hice...Al momento, un grupo de niños se acercó a ver que ocurría. Hablaban cuchicheando entre ellos, hasta que una de las niñas se acercó y me dijo: "¿Cómo te llamas?"..."María", respondí. Y volvió a insistir: "Pero... ¿María qué?"; contesté que sólo María...Entonces ellos, mirándome como a un bicho raro me increparon: "Pues vaya nombre más feo!..." Para, a continuación, alejarse jugando con la pelota y riendo a carcajadas.
Días después pude saber que en el pueblo, casi todas las niñas se llamaban María y algo más. Pasé años pensando que por qué no me habían puesto Mª Teresa, Mª Isabel, Mª Amparo...
Con el tiempo aprendí que llamarse María era genial...Que apenas habían nombres cómo el mío...Nadie me confundía...Era yo. Al cabo de los años, hubo un "boom" de Marías en el pueblo. Ahora hay tantas, que cuando alguien grita en la calle mi nombre, nos volvemos más de una...

miércoles, 25 de junio de 2008

Si me besas...


Si me besas, la lluvia parará...
Parará la lluvia de palabras que salen de mi boca
y que tu lees cada día...
Parará la lluvia de versos que te envío...
Parará el caminar de mis deseos...
Parará la música que te dedico...
Parará, también, mi anhelo por ti...
Porque si me besas me habré detenido...
Habré parado para besarte, para escucharte...
Dejaré de andar, de cantarte al oído, de desearte...
Si me besas, la lluvia de mis ojos parará.

viernes, 20 de junio de 2008

¿Qué vendes?


Tenía una pequeña tienda de barrio, mi negocio era vender música, alquilar videos, y las consabidas chuches para los niños. Mi clientela era fija y variada, hasta que apareció él...Entro tímidamente, apoyado en su bastón, se descubrió la cabeza y dijo: -“Buenas tardes”.
Le conteste igualmente y sin esperar mucho me preguntó: -“¿Venden ustedes capazos para recoger la oliva?”. A lo que conteste con una sonrisa que no… El señor se quedó mirando todo con ojos curiosos, como de niño...Y acercándose a mí me dijo en voz bajita: -“Esto que hay aquí es todo para "vicio", ¿verdad?”… Seguí sonriéndole y le dije que más o menos así era... Volviendo a mirarlo todo de nuevo, se despidió, se colocó de nuevo su boina y se fue.
Y así cada vez que se acordaba de que mi tienda existía. Unas veces pedía bombillas, otras tijeras de podar, azadas... Para luego, y después de mirar todo atentamente, volver a hacer aquella primera pregunta. Opté por darle un puñado de caramelos cada vez que venía, a fin de que no se fuera sin nada. A eso se unió la charla amena que me ofrecía con sus visitas. En una ocasión me dio una pequeña cantidad de pesetas para compensar mi amabilidad, puesto que decía que siempre se iba de allí sin comprar nada y habiendo molestado... Un día entró una mujer diciendo que era hija de mi cliente especial, le pregunté si le había pasado algo y me respondió que no, pero que dejara de darle caramelos a su padre. Entendí su enfado, pero me dolió que pensara que había dañado su salud de alguna manera. Ya no le volví a ver más... Al poco tiempo, me enteré de había fallecido.
Creo que siempre le vi como el niño curioso que llevaba dentro, y que en su interior, a pesar de la edad y la falta de memoria, todavía tenía despierto a ese chaval que siempre imagine que hubiera sido de joven... Y que despertó en él, el día que se atrevió a entrar en mi tienda."

miércoles, 18 de junio de 2008

La niña azul.



Hubo un tiempo en que yo era una niña azul…Me encontraba en un limbo de bosque verde, con una amplia casa y una numerosa familia. Yo era la niña azul que llegó la última, cuando no la esperaban, pero que le dio una gran alegría a mi madre…
La niña azul tenía un parque privado lleno de pinos y aromas naturales, un enorme cielo azul que la protegía y una vida por delante para seguir siendo azul. Ella nació dos veces: la primera en el alumbramiento, la segunda porque su padre le salvó la vida…Sus gritos se oyeron con el terror que eriza la piel al instante y aquel hombre, justo de zalamería, corrió sin mirar hacia atrás; buscando con los ojos del miedo a la niña. La encontró cosida a mordiscos y picotazos por aquel panal de avispas, que sin dejar de agredir a todo el que se acercaba, seguían ensañándose con la pequeña. Él se llevo una buena parte del ataque, pero la niña apenas podía seguir llorando. De forma instintiva la llevo al lodazal de aquel par de cerdos que tenían para la matanza (buena reserva de comida en los días fríos de invierno), y allí la untó y untó hasta embadurnarla de aquel orín apestoso y mezclado con la tierra. Dios sabe cómo, pero aquello me salvó la vida; a pesar de que sigo siendo alérgica a esa picadura.
Y seguí siendo azul, de un azul alegre e intenso, entre salvaje y plácido, rodeada del cariño que me daban y, a veces, robaba con mi llanto infantil. Mis amigos: los animales; mis juguetes: la piñas del “sequero”; mis fantasías: el cielo azul y todo lo que cruzaba por él.
En apenas unos años, la vida me obligó a hacer cosas de adultos, a pensar en adulto, a sentir en adulto…La vida, mi madre y sus cólicos, el fatal destino…Le dije: “Niña, espérame que hago unas cosas y vuelvo a jugar”… Pero ya no hubo vuelta atrás, ella se quedó esperando en alguna parte de mi mente, aguardando paciente el regreso de su amiga. En ocasiones, asoma su cabecita y pregunta si voy a tardar mucho…Y llora con una tenue pataleta…
A la hora de la puesta del sol, subo a la terraza y, allí, nos encontramos por unos instantes. Nos damos la mano, miramos al cielo, adivinamos la forma de las nubes, contamos los aviones que pasan, echamos migas de pan a los pájaros y reímos sin saber el por qué. Dormimos en la misma cama. Ella, se acurruca y reza en voz bajita; yo, la abrazo y le digo que todavía sigo siendo azul como ella; aunque de un azul diferente, con menos brillo, con menos inocencia, con alguna tristeza de más…Pero con la misma ternura que ella nunca perdió.

domingo, 15 de junio de 2008

Quédate...


¡Ojala que llenaras mi alma de olvido,
y de tu boca dijeras que no te vayas mi vida!
Entonces me quedaría...
¡Ojala que en tus auroras y en tu pecho reposando,
mientras la Luna nos mira, tú sonrías como yo!
Entonces me quedaría...
¡Ojala viviera en tus sueños, pero no escondida,
sino bailando con besos en tu boca y tus mejillas!
Entonces me quedaría...
¡Ojala que me llevaras al jardín de tu poesía,
pero no solo un instante para sentir que soy tuya!
Entonces me quedaría...
Tal vez para siempre...

El Cajón...


Me alegra que revolvieras en ese cajón abierto,
y que encontraras el lazo, y la rosa que cortaste;
y el cordón rojo que me quitaste para tener algo mío...
Claro que me dejaste tus caricias, aún las siento en mi piel...
Y si guardaste ese beso, tal vez, en silencio, te lo reclame;
para quedarme algo tuyo, aparte de ese "te quiero"...
Porque en mis cajones guardo: el amor que yo sentía,
las caricias que me diste y con las que mi cuerpo tembló...
Así que dame ese beso y dime ese "te quiero"...
Puedes seguir con tu vida, arreglando tus cajones...
Yo seguiré con la mía, añorando dos corazones...

Azul desteñido


Rodeados de azul, rodeados de mañanas,
Dos voces azules, dos gotas de rocío
Que caen en tu rostro y en el mío...
Ojos de azul imaginado,
Miradas a la espera de los besos,
De tu boca, de mi boca, tan ansiados...

Amanece y la neblina se disipa...
Deshacemos los abrazos de la noche,
Abrimos la ventana al nuevo día,
Elevando el azul al alto Cielo...
Repletos de caricias que pensamos,
Desnudos sin azul, frente a frente...

María 06/05/08