Poemas y otras fantasías.

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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Feliz Navidad.


Esta ha sido la felicitación navideña que he enviado a las personas queridas, así que la comparto con todos los que visitáis el blog; aunque sea por error.


La llegada de la Navidad era una ilusión que con el tiempo ha ido decreciendo para muchos. Quizá la vida se encarga de ponernos demasiado "los pies en la Tierra". Supongo que no nos ha tocado la lotería, que echaremos en falta a seres queridos a nuestro lado en estas fechas, que nos veamos absorbidos por la crisis, que las cosas no sean tan bellas como un día soñamos. La primera vez que vi una de ellas me quede absorta mirándola durante horas: era una bola de cristal, de esas que llevan nieve. La vida se veía de otra forma, con la ilusión de la mirada de un niño. Y esa es mi propuesta: que miremos la Navidad y el Año Nuevo que nos llega a través del cristal con la nieve en movimiento. Que pensemos que cada copo que cae es un dicha, un sueño, un proyecto, una sonrisa, un amigo, un viaje, un abrazo...Ahí va la mía, para compartirla, para desearos Feliz Navidad y Prospero Año 2011. Mi abrazo, mi beso, mi amistad...

lunes, 13 de diciembre de 2010

Un recuerdo.



He abierto un baúl para llenarlo de momentos vividos. No importa su duración. Son libros leídos que deben guardarse en su lugar. Nunca se olvida su contenido y, quién sabe, si algún día volveré a tenerlos en mis manos.




Intento no pensar en ti, pero me cuesta. Echo de menos tu “Buenas noches, princesa”. Me decías que cada vez te besaba con más pasión… Y así era, porque al principio todo era nuevo y temeroso. Las horas iban pasando y cada beso era una dosis más de ternura, hasta el punto de llegar al “beso de cinco pisos”. Era el más especial para mí. Siempre fue el más especial, a pesar de que me causaba unas ganas de reír inmensas; pero sé que era porque me llenaba de dicha. Era un beso que ascendía en intensidad, al tiempo que el ascensor.
Las mañanas compartiendo el desayuno y la charla, cosas tan simples como un paseo. El hecho de que me pidieras que te abrazara al irnos a dormir. Verte sumido en el sueño, con el contraluz de la calle… Y la música de fondo. Gracias por ponerla, me ayudaba a dormir. Y tu piel… Me acostumbré a tu sudor en el acto, me parecía asombrosa. Me importaba más tu contacto y el sentir, que llegar al clímax. Tus manos… Que me hacían sentirme tan segura en aquel lugar desconocido para mí. Y esa mirada serena y firme que mostrabas…
Me quedé con las ganas de bailar en la arena, de mirar las estrellas, de seguir explorándote… Y no como en una simple aventura, sino para llenarme de sensaciones que durasen más que aquellos besos.
El tiempo va hacia delante, no se detiene. Con ello consigo que cada recuerdo sea ahora más dulce, pero cada vez más lejano. Supongo que eso será madurar, porque el cuerpo gana en edad, pero el corazón permanece en la adolescencia.

martes, 7 de diciembre de 2010

Burbuja.



Sigo encerrada en mi burbuja, la única que tiene este desierto recién comprado. Soy una duna, pero el dolor me hace volver a mi burbuja para recuperarme. Estos días de descanso están siendo un suplicio. Los dolores son muy fuertes, sobre todo por la noche. El mes de esfuerzo me está pasando factura. Intento dormir el máximo de horas. ¡Cuánta vida perdida! Creo que es lo que opinarán muchos, pero fuera de este desierto poco hay que me importe (al menos, en este momento). Sólo estoy recogiendo fuerzas para seguir trabajando y no pensar.
Me queda el día de hoy y de mañana para hacer acopio de energía. Después, ya no tendré tiempo para pensar, para sentir… He trazado un plan de trabajo sin resquicios, sin fisuras, un tanto agotador; con apenas dos días para dormir y recuperarme. Así será mi semana. Una detrás de otra. Y así pasará la Navidad y el fin de este año para olvidar. Porque he de olvidar lo bueno y lo malo, lo dulce y lo áspero que ha sido. Porque he tocado el cielo y me he caído. Y me ha dolido. Y me pregunto si merecía esto. Hubiese preferido no sentir y seguir en la inopia. Porque estoy cansada del sufrimiento.
En estos días pasados he perdido a un familiar y me he dado cuenta de que hay un cerco de dolor constante en mi vida. Posiblemente no lo perciban los demás, pero existe. Alguien me dijo en una ocasión que mi corazón estaba roto. Tenía razón. Si relatase paso a paso cada suceso os daríais cuenta. Pero las penas no gustan, ni las personas tristes… Como yo. Porque esa es mi fama, la de una persona triste. Y pocos saben que río mucho, que mi sonrisa es lo primero que asoma en mi cara cuando me miran, cuando miro… Otra cosa es que expulse, a través de mis escritos, todo el dolor y la pena que acumulo. Es una terapia. No todo el mundo lo ve así. Por eso el azul es mi color, porque puede ser intenso u opaco, brillante y ajado, con luz y sombra… Dependiendo de mi sonrisa.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Esfuerzo.




No sé si el dinero que he cobrado es la paga por todo el esfuerzo que he hecho durante este mes. Cierto que es mi sueldo, me lo he ganado trabajando once horas diarias; con apenas una hora para comer. He vivido todas esas horas intensamente, esforzándome al máximo. He reído, llorado, he pensado en lo injusto del trato de algún superior… pero he conseguido un buen salario, además de la unión con mis compañeros. Y, ¿cuál es el premio a tanto esfuerzo? Tener asegurado el mantenimiento de mi familia un par de meses, los recibos de agua, luz, teléfono, etc.…Y, sin embargo, sigo sintiéndome vacía.
Sumergirse en el trabajo no es la mejor vía de escape a esta sensación. Las horas trabajadas sirven para dispersarme, pero el resto del tiempo que me he mantenido despierta (el cansancio me vencía al volver a casa), no ha evitado los recuerdos. Cada mañana ha sido matemáticamente idéntica: despertar temprano, aseo, desayuno y una pastilla para el dolor. Volver a casa, comer y otro comprimido para volver a trabajar en la tarde. Nada de eso evitaba los dolores nocturnos.
Se ha terminado la “campaña de navidad”, así que volveremos a la rutina de al principio. No me importaría seguir trabajando tantas horas hasta caer extenuada, con tal de no tener tiempo para recordar. Tal vez, me pase factura en breve, pero el esfuerzo ha ayudado a que pase el tiempo de manera más rápida; acelerando un olvido leve.
Ahora tengo unos días por delante para descansar. Espero poder hacerlo. He comprobado que el esfuerzo físico tiene su recompensa económica, pero el dinero no llena una vida. Mi vida… Por eso grito, por eso escondo mi cara entre mis rodillas; como un patético avestruz. Sólo que no tengo plumas, ni patas largas para correr en caso de necesidad. Aunque dudo mucho que pueda hacerlo después de tantos días de pie. Cambiaría todo por estar unas horas sentada frente al mar, escondiendo mi cara en mis piernas, oyendo sólo el ir y venir de las olas y mirando de soslayo al horizonte para confirmar que el Gran Azul sigue ahí… esperándome.