
Se dice que se “pilla antes a un mentiroso que a un cojo”, y es cierto. Cuando somos niños nos pierde la forma en que decimos la mentira, en la adolescencia la banalidad con la que tomamos la verdad; ya en la madurez, es nuestra propia cojera la que nos delata.
Las mujeres solemos caer en las redes del amor fácilmente, y es evidente que salimos escaldadas y heridas. Y aunque a los hombres también les pasa, no suele ser tan habitual. Digo esto porque ser victima de engaños no es tan raro como creemos. Somos separadas, venimos de un desengaño o de una traición; todavía creemos en el amor. ¡Pobres ilusas!
He estado un tiempo guardando un bonito recuerdo que, finalmente, se ha desvanecido en una absoluta decepción. Era lógico que cayera del pedestal. Había un gran abismo, principalmente a nivel humano. Duro muy poco y siempre supe que no era viable, pero me gustaba recordarlo. Una sabe cuando un hombre siente algo por ella. Se nota en la piel. Y él no sentía nada por mí, lo pude constatar; pero soñar es gratis y ¿por qué no?... No le debo cuentas a nadie. Despertar y saber que todo ha terminado es sencillo, aunque te queda la esperanza de volverte a dormir y seguir disfrutando. Lo malo es caerse de la cama. Fijo que él que está a tu lado se ríe. Yo también lo haría.
Cualquier excusa es buena para “abandonar” a tu pareja: que tengo una enfermedad incurable y no quiero que sufras por mí, que lo nuestro no puede ser porque estamos lejos, que no estoy preparado para una relación así, que estoy harto de aguantarte, que tengo la “pitopaúsia” solo contigo. ¡Aisss, si habláramos de caídas!
Lo mejor de todo es mirarte al espejo después de todas estas cosas y decirte: ¡Genial, estoy guapísima!... Y sonreír ampliamente. Pensar que todo te ha servido para CRECER, para llenarte de experiencias, para limpiar tus ojos con esas lágrimas, para conocer a la gente y sus limitaciones… Porque hay gente limitada que no sabe vivir sin dañar, sin burla, sin engaño, creyéndose “grandes”; cuando la realidad es que el tiempo y ellos mismos se ponen a descubierto. Una pena.
Por cierto, no me duele todo lo vivido, al contrario; estoy orgullosa de haber aprendido mucho, sobre todo de mis errores. Cada mañana me levanto alegre, no tengo pereza para ir a mi trabajo, me siento plena, disfruto de la vida, de amores que valen la pena, de proyectos de futuro que están en mis manos… y de recuerdos, porque la mente humana se ha hecho para recordar. Falta saber si los recuerdos de algunas personas habrán valido la pena al final de sus días. Los míos, con todas sus consecuencias, estoy segura de que sí.
Las mujeres solemos caer en las redes del amor fácilmente, y es evidente que salimos escaldadas y heridas. Y aunque a los hombres también les pasa, no suele ser tan habitual. Digo esto porque ser victima de engaños no es tan raro como creemos. Somos separadas, venimos de un desengaño o de una traición; todavía creemos en el amor. ¡Pobres ilusas!
He estado un tiempo guardando un bonito recuerdo que, finalmente, se ha desvanecido en una absoluta decepción. Era lógico que cayera del pedestal. Había un gran abismo, principalmente a nivel humano. Duro muy poco y siempre supe que no era viable, pero me gustaba recordarlo. Una sabe cuando un hombre siente algo por ella. Se nota en la piel. Y él no sentía nada por mí, lo pude constatar; pero soñar es gratis y ¿por qué no?... No le debo cuentas a nadie. Despertar y saber que todo ha terminado es sencillo, aunque te queda la esperanza de volverte a dormir y seguir disfrutando. Lo malo es caerse de la cama. Fijo que él que está a tu lado se ríe. Yo también lo haría.
Cualquier excusa es buena para “abandonar” a tu pareja: que tengo una enfermedad incurable y no quiero que sufras por mí, que lo nuestro no puede ser porque estamos lejos, que no estoy preparado para una relación así, que estoy harto de aguantarte, que tengo la “pitopaúsia” solo contigo. ¡Aisss, si habláramos de caídas!
Lo mejor de todo es mirarte al espejo después de todas estas cosas y decirte: ¡Genial, estoy guapísima!... Y sonreír ampliamente. Pensar que todo te ha servido para CRECER, para llenarte de experiencias, para limpiar tus ojos con esas lágrimas, para conocer a la gente y sus limitaciones… Porque hay gente limitada que no sabe vivir sin dañar, sin burla, sin engaño, creyéndose “grandes”; cuando la realidad es que el tiempo y ellos mismos se ponen a descubierto. Una pena.
Por cierto, no me duele todo lo vivido, al contrario; estoy orgullosa de haber aprendido mucho, sobre todo de mis errores. Cada mañana me levanto alegre, no tengo pereza para ir a mi trabajo, me siento plena, disfruto de la vida, de amores que valen la pena, de proyectos de futuro que están en mis manos… y de recuerdos, porque la mente humana se ha hecho para recordar. Falta saber si los recuerdos de algunas personas habrán valido la pena al final de sus días. Los míos, con todas sus consecuencias, estoy segura de que sí.